Los hijos by Lion Feuchtwanger

Los hijos by Lion Feuchtwanger

autor:Lion Feuchtwanger [Feuchtwanger, Lion]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1934-12-31T16:00:00+00:00


Durante los siete días de duelo Josef meditó largamente qué conclusiones debía sacar de la muerte de su hijo para su comportamiento. No creía en el azar. Yahvé y el destino eran una sola cosa. Estaba dispuesto a admitir que la muerte de Simeón era un castigo, pero ¿cuál era la penitencia que Yahvé exigía de él? Creía en la interrelación de todo lo que acontecía a su alrededor. Todo era una cadena, y así como ninguna letra de las Sagradas Escrituras ocupaba su lugar por mera coincidencia, y así como sus leyes y relatos se debían a una sucesión cargada de un profundo sentido por muy inconexos que pareciesen, también debía de tener algún sentido que Simeón hubiera muerto precisamente cuando más se afanaba por recuperar a Pablo.

La muerte de Simeón era una advertencia para que hiciera resucitar a Simeón en Pablo.

Taciturno y con redoblado afán retomó la lucha por Pablo. No era cierto lo que Dorión había dicho, que su hijo lo rechazaba. A pesar de que lo habían azuzado contra él Dorión y Fineas, Pablo no lo había ignorado en Albano, no había pasado de largo. Sólo esos dos querían apartar a su hijo de él. Si conseguía liberar a Pablo de ellos le pertenecería.

Pero primero había que librar un combate ante los tribunales. Marullo era un buen abogado. Apreciaba a Josef. La desgracia acaecida a su hijo había despojado al hombre de su altanería y lo que descubrió bajo ésta atrajo al romano, que gustaba de los experimentos. En general, pensaba Marullo, una inteligencia aguda solía matar toda pasión; sin embargo, Josef era inteligente y a la vez pasional, una rara mezcla. Marullo se lanzó con todas sus fuerzas al combate por Pablo.

Explicó a Josef cuáles eran sus perspectivas en lo que atañía a sus aspectos legales. El Tribunal de los Cien se encargaba de los contenciosos de divorcio y adopción. El presidente de dicho tribunal era el senador Arulo, juez supremo del Reino. Pertenecía a la oposición republicano-conservadora y probablemente se sentiría inclinado a arrebatarle el chico a Josef. Pero precisamente por ser muy clara su opción política debía ser doblemente cuidadoso en sus decisiones para no exponerse a ser corregido por los jurisconsultos imperiales. Todo dependía de la política que Tito aplicase ahora a los judíos tras la caída de Berenice. Era verdad que en los últimos tiempos había tolerado ciertos desmanes de los enemigos de los judíos, pero el gobernador Flavio Silva aún no había conseguido que aprobase el edicto contra la circuncisión que tanto deseaba ver publicado. Además, Tito seguía honrando al rey Agripa, y últimamente había distinguido particularmente al mariscal de campo Tiberio Alejandro después de que éste renunciase a seguir administrando la provincia de Egipto por razones de edad. En cualquier caso, aún no podía saberse si el emperador se mostraría hostil o favorable a los judíos, o sencillamente indiferente, y antes de que se aclarase ese punto el juez supremo Arulo se cuidaría de adoptar una decisión. Los esfuerzos de Marullo de posponer la vista de la solicitud de divorcio le venían al pelo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.